sábado, 12 de diciembre de 2020

A veces, hace falta un piloto

 Está claro que a veces no somos capaces de trazar el rumbo, que no sabemos interpretar la carta o que hacemos mal las lecturas del sextante. Está claro que a veces por mucho que nos esforcemos no somos capaces de coger viento, no manejamos bien el trapo, no sabemos calcular los rizos que hay que dar para poder avanzar correctamente. Y en esas ocasiones, por más que queramos partir hacia otros horizontes, estamos varados... o casi. Como mucho, navegamos en círculo en torno a nuestra propia angustia y no vemos más aguas que las que nos deja la bajamar.

Es precisa una ráfaga de viento o un golpe de remo pero no siempre está en nuestras manos...y curiosamente, lo que no somos capaces de hacer por nosotros, la fuerza que no encontramos en nuestros brazos ni en nuestro corazón, la encontramos por causa de otros. Una causa ajena nos sacude, nos despierta, nos arranca de la inmovilidad, de la cobardía o de la desgana. Entonces, esa causa ajena o ese otro sobrevenido es quien se pone manos a la obra para estudiar la carta, para usar el sextante, para trazar el rumbo, para izar las velas...y ponerse al timón. 

Así encontramos la respuesta a la cuestión que nos ronda y nos ronda ¿basta con el capitán? . Está claro que a veces es preciso un segundo, está claro que a veces hace falta un piloto.