viernes, 17 de agosto de 2012

Reeditarse es de sabios

Es hora de salir de nuevo a la mar y hay que hacerlo ahora porque el viento y la marea son propicios. Hay que zarpar poniendo rumbo al próximo puerto que, aunque no sea muy importante, es un referente porque ha estado presente de manera continua en la lista de pendientes de mi vida y ahora las condiciones son las perfectas para poder llegar allí. Esto me hace pensar sobre un curioso hecho que suele producirse con demasiada frecuencia: casi siempre las cosas, las personas o los sentimientos nos llegan a destiempo, o demasiado pronto o demasiado tarde. Por esa razón, muy pocas veces apuramos al máximo nuestras vivencias y las gozamos sólo parcialmente: si nos llegan demasiado pronto, sólo disfrutamos de la ilusión, si nos llegan demasiado tarde, lo que apreciamos es la reflexión. Por desgracia, en la vida no suele haber segundas ediciones y nos perdemos una gran parte de felicidad y de experiencia. Cuando, de vez en cuando, eso ocurre, cuando logramos reeditar un episodio de nuestra vida, el resultado es algo extraordinario: sobre el fondo de ilusión que permanece, podemos colocar con serenidad las piezas que sólo podemos valorar y apreciar porque contamos con el tiempo y la capacidad de la reflexión y el resultado es algo completo, redondo, que satisface a nuestro corazón y a nuestra mente, que nos colma de conocimientos y de sentimientos y nos hace penetrar en el auténtico sentido, hermoso, de la vida. Saber reeditarnos es seguramente la mayor sabiduría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario