martes, 6 de diciembre de 2011

Contra el viento y la marea

¡Quina tramontanada!. Me ha tenido al pairo durante un mes pero la fe en lo que uno quiere ha de servir para algo. He tenido que recoger casi todo el trapo de mis proyectos y dejar la vela de ilusión justa para mantener la posición pero... el temporal ha pasado y aquí estoy, lo he conseguido.
Debo confesar que en todo este tiempo, atenta a la maniobra, he pensado si había trazado un buen rumbo, si la travesía merecía la pena, si el puerto de destino era tan bueno a fin de cuentas; he pensado que tal vez todo había sido un sueño, que iba a desplomarme de un momento a otro, con mis alas convertidas en cenizas, por haber volado demasiado alto, como Ícaro. Y, precisamente en esos momentos duros, he hallado la mayor certeza: he mirado hacia dentro y allí, muy firme, muy segura, estaba yo misma respondiéndome que sí, que todo es correcto, que hay que seguir y una extraña sensación indescriptible, una mezcla de coraje, alegría y, casi diría, de irracionalidad surgía como un manantial para saciar el ansia de futuro.
Vuelvo a la travesía tranquila pero ahora llevo algo más conmigo: se que hay que escuchar al corazón y navegar, navegar, aunque tenga que ser contra el viento y la marea.

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