sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuaderno de Bitácora: estamos en Navidad, detenemos nuestro avance para pensar



 Al contemplar mis manos,
las he visto vacías.
Y se me han inundado, al extenderlas,
de una luz generosa
como el agua que brota de la tierra.
Al acercar mis labios,
por beberla o besarla ¿quién lo sabe?
he visto reflejados, junto al mío,
rostros: rostros de todos los que quise,
de los que me quisieron,
de los que aún me aman
y de todos aquellos
a los que debo amor porque han llenado
mis manos de riqueza
aun siendo los más pobres:
me regalan su luz, el único universo
donde puede encontrarse
mi corazón conmigo.

Mª Ángeles Novella, diciembre 2011


martes, 6 de diciembre de 2011

Contra el viento y la marea

¡Quina tramontanada!. Me ha tenido al pairo durante un mes pero la fe en lo que uno quiere ha de servir para algo. He tenido que recoger casi todo el trapo de mis proyectos y dejar la vela de ilusión justa para mantener la posición pero... el temporal ha pasado y aquí estoy, lo he conseguido.
Debo confesar que en todo este tiempo, atenta a la maniobra, he pensado si había trazado un buen rumbo, si la travesía merecía la pena, si el puerto de destino era tan bueno a fin de cuentas; he pensado que tal vez todo había sido un sueño, que iba a desplomarme de un momento a otro, con mis alas convertidas en cenizas, por haber volado demasiado alto, como Ícaro. Y, precisamente en esos momentos duros, he hallado la mayor certeza: he mirado hacia dentro y allí, muy firme, muy segura, estaba yo misma respondiéndome que sí, que todo es correcto, que hay que seguir y una extraña sensación indescriptible, una mezcla de coraje, alegría y, casi diría, de irracionalidad surgía como un manantial para saciar el ansia de futuro.
Vuelvo a la travesía tranquila pero ahora llevo algo más conmigo: se que hay que escuchar al corazón y navegar, navegar, aunque tenga que ser contra el viento y la marea.

jueves, 3 de noviembre de 2011

El faro del inicio de nuestro mundo

Tal vez mi parte de sangre mediterránea tenga la culpa pero la vida parece diferente entre la bruma y la lluvia, más bien, no parece vida. Puede que esa sea la razón de que aumenten las tendencias suicidas en los lugares con pocas horas de sol. En cambio, es difícil no disfrutar de la vida ante un día luminoso y espléndido en el que toda la naturaleza parece insuflarnos su aliento. Pero si algo he aprendido en esta nueva etapa de mi viaje es que la luz, la verdadera luz, debe nacer en nosotros mismos; la peor oscuridad, la peor noche es la que se atrinchera y anida en el fondo de nuestra alma: hay gente que tiene, aunque no lo desee, niebla en el corazón y en esas condiciones no se puede afrontar ninguna travesía  porque se pierde el rumbo, porque se es muy vulnerable a todos los escollos, a todos los bajíos y a todos los peligros del océano en el que navegamos que es nuestro propio océano. Sólo se puede arrumbar a un buen puerto cuando un faro fiable nos guía: un faro marcado en la carta de nuestra esperanza cuya linterna se alimenta únicamente del fuego de nuestra ilusión.

jueves, 13 de octubre de 2011

Muy lejos, detrás del horizonte

Todo en calma. Hoy me toca apoyarme en la borda y disfrutar del mar. Entornando los ojos, adivino detrás del horizonte el que ha sido mi puerto de partida para esta travesía en la que ando y su viento, salado e indomable, impregna la cadencia del romance y de la copla donde encuentran su voz la historia, la leyenda y los amores.



CÁDIZ

Los jirones de luna
prendidos en la sierra
y los rizos del agua
en las frentes luceras:
puñales de la noche
desgarrada en estrellas.
Siempre la luna, siempre
de acero y hierbabuena.
La luna, blanca y roja,
de nácar y de arena
la luna de las fuentes.
La luna nueva, negra
la noche al contrabando.
Plata de luna llena,
A la pasión gitana,
martillos y saetas.
Unas soberbias alas
fingen las norias nuevas.
Rocín encadenado,
el viento se lamenta
con un murmullo leve
que flota en la dehesa
y vuela al horizonte
sobre la mar inmensa
dejando un canto de oro
mecido en la marea.
Besos de sal, las olas
de yodo y madreselva
acarician de azul
rostros de bronce y cera.
Gaviotas sin retorno,
sombras de lienzo y brea.
Un desafío late
sobre la mar estrecha:
las míticas columnas
son otra vez la puerta
entre un ayer sombrío
y una esperanza incierta.
Fuera del escenario,
coro de la tragedia,
los jinetes del viento
domando la tormenta:
suave mano de hierro
con corceles de seda.
Sobre las olas pardas
del alba soñolienta,
unas crines de espuma
dejan por la ladera
las velas de la mar
tendidas en la sierra.

(Mª Ángeles Novella. Inédito 2008.)

domingo, 2 de octubre de 2011

El ancla del barco que nos lleva

Si hay algo tan doloroso como despedirse de un ser vivo, es desprenderse de un libro. A veces, lo perdemos y es como un accidente, doloroso e inevitable, al que poco a poco nos vamos resignando; a veces, lo prestamos y ya nunca volvemos a recuperarlo: es como un secuestro sin resolver que martillea constantemente en nuestra memoria y late en nuestros sentimientos hacia el secuestrador. Ambas pérdidas son ajenas a nuestra voluntad y sólo nos queda el sufrimiento. Lo que resulta realmente duro es tener que sacar un libro -o muchos- de nuestra vida, en realidad, suele ser de nuestra casa, de nuestro espacio limitado y estrecho donde ya no queda espacio físico para esa convivencia muda, casi ignorada, que ha durado tanto tiempo. Nuestros seres queridos nos dejan porque acaba su recorrido, porque la naturaleza es implacable y no podemos hacer otra cosa que asumirlo, pero un libro es intemporal, aunque esté leído y releído, aunque su contenido esté superado, aunque sus páginas tomen ese tono otoñal de la decadencia, y sólo muere cuando nosotros lo matamos al sacarlo de su lugar en esa estantería abarrotada. ¿Los libros son tan sólo papel reciclable? ¿Qué es su letra escrita y todo lo que encierra? ¿Se puede reciclar el alma de los libros? ¿Tenemos derecho a enterrar en un ataúd azul de chapa las mentes, los corazones, los ojos, las manos que encierra la memoria de cada libro?
Los libros, como nuestros padres, son generosos y perdonan nuestros olvidos y nuestras ingratitudes pero forman parte de nuestras raíces y, de igual manera que los árboles sólo pueden crecer sobre ellas, las necesitamos para edificar nuestro mañana. Nadie en su sano juicio consideraría un ancla como una carga inútil, como una atadura innecesaria. Seguramente, los libros son el ancla del barco que nos lleva.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La primera escollera, iniciar maniobra

Cuando se largan amarras, nos invade una sensación de libertad. Ver alejarse a popa la costa, agobiante de tan familiar, nos hace sentirnos dueños del futuro y cedemos a la tentación de despreciar el pasado, de abandonarlo en un rincon semienterrado entre un montón de trastos viejos e inútiles. Pero, tarde o temprano, es necesario mirar a proa y... allí está el mar: abierto, enorme, dinámico pero incierto y casi siempre peligroso. Al abandonar el refugio seguro del puerto conocido, hay que estar dispuesto a afrontar cualquier imprevisto, cualquier cambio repentino, cualquier tormenta que ponga en peligro nuestro barco o, si no, virar cuanto antes y volver a nuestro muelle, en la seguridad, eso sí, de que no volveremos a zarpar jamás.
Ha llegado el primer momento difícil de la nueva travesía y soy consciente de que hay que afrontar la maniobra con seguridad y firmeza: si tomo una decisión equivocada, es probable que no sea capaz de mantener el rumbo y mi derrota me lleve muy lejos del puerto de destino, en una huída hacia delante porque he borrado de mi carta las coordenadas de mi antigua rada.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El principio del fin... y el fin del principio

Caribdis es un remolino. Para los viajeros de las epopeyas griegas, era el final pero también puede ser el principio. El remolino puede tragarse todo aquello que nos encadena y no nos permite vivir realmente, el remolino puede sacudirnos y hacernos despertar de un sueño o de una pesadilla, el remolino puede, al engullirnos, hacernos entrar (o tal vez salir) a una nueva dimensión, a una etapa diferente.
De la misma forma que el remolino puede tener varias lecturas y ser de alguna manera el principio del final o el final del principio, a veces, aquellas cosas que están en nuestros orígenes y que nos han acompañado siempre, pueden, en un momento dado, ser la herramienta que nos permite largar amarras y comenzar una nueva singladura. Mi remolino tiene dos puertos: Cádiz y Menorca, el principio del fin y el fin del principio.

viernes, 19 de agosto de 2011

Pudo ser ayer.... o ser mañana

En estos días, sin saberse a ciencia cierta la fecha concreta, se cumplen los setenta y cinco años de la muerte de García Lorca pero ese tipo de hechos no son historia, por desgracia, se repiten con demasiada frecuencia en demasiadas partes del mundo, siempre hay

OTRA VEZ

La luna se oculta el rostro:
reconoce ese puñal
en el pecho de la tierra.
Un amargo escalofrío
emerge de los rosales
y alcanza su sombra apenas.
Jirones de nácar viejo:
pañuelos del llanto mudo
que derraman las estrellas.
La voz segada de muerte,
dolor bronce y aceituna:
el toro negro regresa
- soleares del silencio -
sobre otro albero de sangre.
Queja de luna en la vega.

(Mª Ángeles Novella, inédito 1998)

miércoles, 17 de agosto de 2011

Navegando la rutina

¿Qué día es hoy? ¿Cuánto ha durado el silencio, la sequía.... la rutina?. No ha sido la desesperante inmovilidad de una calma chicha, sino la dura lucha contra el temporal cotidiano.
La cotidianidad es una ola que te arrolla y que te engulle, sobre la que es muy difícil navegar y así estamos, casi en el punto de partida, con las velas de la esperanza hechas jirones. Pero no importa, nada importa si sabes dónde estás, si sabes el peligro que te acecha y si sabes mantenerte despierto esperando el viento más propicio para tomar el rumbo hacia donde sabes que quieres ir. Lo único que importa es que sepas.

sábado, 23 de julio de 2011

Con el poder de la noche

Cuando todavía acariciaba en mi memoria las sensaciones que me había dejado la segunda lectura de “El Asedio” (esta vez en sus escenarios naturales), un comentario bastante demoledor que un lector desencantado le hacía al autor,  enfrentando sus novelas náuticas a las de Baroja o Stevenson y dejándolas en el  envite a la altura del betún, me llevó realizar algo que ya cuando estudiaba bachillerato deseé hacer y no hice: leer “Las inquietudes de Shanti Andía”. No quiero comentar  la impresión que esta obra me produjo, ni por sí misma ni analizada en comparación con la mencionada, que era en realidad mi principal interés; si he aludido a este hecho es porque me sentí sorprendida cuando el capitán Andía, en sus reflexiones, confiesa que todo lo que le resulta fácil y posible por la noche se transforma en duro e inasequible después de amanecer. Esa sensación me resulta tan familiar… Decisiones valientes, soluciones eficaces, actitudes incuestionables engendradas en las horas de insomnio, se diluyen en la luz del día hasta hacerse absurdas o imposibles. Por esta razón, he decidido sentarme de madrugada ante mi cuaderno de bitácora e ir trazando el rumbo que necesito tomar con el poder de la noche.

viernes, 8 de julio de 2011

METAMORFOSIS

   Nunca fue duro el suelo
ni te secó la lengua
el polvo del camino.
No te importó jamás
el barro que pisabas
ni te tentó mirar al otro lado
por encima del muro de tus sueños.
Oruga satisfecha
con el frescor oscuro
de su jardín marchito
y el estrecho horizonte
que satura sus ojos:
una media verdad para una vida
a mitad de camino de la muerte.
  A la orilla del tiempo
-mañana sin ayer-
brotan los días que hacen
losa la oscuridad
y trampa el horizonte.
Una quietud sin fin teje los hilos
donde la libertad se rinde, exánime
y cuando todo acaba,
cuando no queda luz
para alumbrar la lucha,
te lanzas al abismo
azul que te interroga.
En ese torbellino que te invade,
vas descubriendo todas las respuestas
al tiempo que te elevas,
incomprensiblemente.
Te recorre un dolor
cada palmo de piel
y descubres tus alas.
  Ahora cierras los ojos mientras piensas
qué has de dejar para seguir tu vuelo.

(Mª Ángeles Novella, inédito 2011)

jueves, 30 de junio de 2011

La vida es hermosa... si se sabe vivir

He escuchado esa frase de labios de un abuelo que resumía en ella su legado de sabiduría dirigido a sus nietos. Tal vez parezca simple pero la condición encierra lo suyo... "si se sabe vivir". Mientras reflexionaba sobre ella, lo he recordado: volvió hacia mí su rostro sereno, serio, aunque la sonrisa que habitaba en el fondo de sus ojos lo traicionaba. "Sólo hay una forma de sobrevivir: hay que soltar el lastre que no nos deja capear el temporal de la vida; la diferencia está en que no todos valoramos como lastre las mismas cosas. Para unos, el lastre son los principios, los sueños, los valores; para otros,el lastre son los convencionalismos, las ataduras interesadas, las falsas raíces. Tienes que tomar partido, tienes que elegir tu lastre. Si tomas la primera opción, serás un triunfador, la vida será tuya pero perderás tu corazón. Si tomas la segunda, seguramente muchos pasarán por delante de ti pero ganarás tus alas y serás tu propio dueño"
Si se sabe vivir...Me gustaría saber qué opción recomendaría a sus nietos el abuelo sabio... aunque apostaría cualquier cosa a que soy capaz de adivinarla.

jueves, 23 de junio de 2011

¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

A veces, no reconocemos nuestra propia vida, ni siquiera nos reconocemos a nosotros mismos. De alguna forma, sin saber por qué, nos sentimos como extraños dentro de nuestro propio cuerpo y de nuestra propia mente y tenemos la necesidad de cambiar nuestra "camisa" como algunos reptiles, de dejar atrás ciertas cosas que nos han acompañado desde que nos recordamos y que de repente sentimos como una cadena. Eso es exactamente lo que pretendo hacer con este blog: ir despojándome de todo aquello que me atrapa y no me deja mirar con otros ojos; escuchar mi corazón y atreverme con lo que siempre he querido y nunca he sido capaz de emprender, en definitiva, poner proa al viento y salir de ceñida