domingo, 17 de febrero de 2013

Tiempo de niebla y de silencio

A veces parece que nuestra existencia se queda a oscuras. No es que se cierren nuestros ojos y nos quedemos cegados y quietos, sino que la vida, al entornar sus párpados y negarnos la luz de su mirada, nos deja huérfanos y perdidos en una niebla cerrada y sin horizonte. Seguimos respirando, seguimos palpitando, seguimos sintiendo el calor de nuestra sangre pero estamos girando en torno a un punto, en un círculo absurdo y sin salida y eso nos lleva al silencio y después, casi sin darnos cuenta, al abandono de la tensión y de la lucha. Eso ha ocurrido: demasiado tiempo de silencio, demasiadas horas bajo cubierta pensando que navegaba y en realidad estaba a la deriva. No importa, el primer paso para estar de nuevo al mando es tomar conciencia de la situación y eso ya ha ocurrido. Además, en este periodo de abandono, he descubierto a quién enrolar para las travesías que aún me quedan. Se acabó el silencio y empieza a levantar la niebla.

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