domingo, 30 de diciembre de 2012

Doce llaves para un amanecer

El ritual de siempre, la situación de siempre, las actitudes de siempre: los absurdos propósitos de cambio, de lucha, de optimismo, de giros copernicanos... Ya no me valen, ya estoy cansada de estos estereotipos, de estas situaciones típicas y tópicas, ya me he dado cuenta de que la lucha es cotidiana y, sobre todo, interior. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, la fuerza que más nos esclaviza viene de dentro. A veces es cobardía, a veces, comodidad, a veces, ignorancia pero siempre es incapacidad de enfrentar nuestro propio yo. Acabo de leer una viñeta con una sentencia definitiva: "¿Qué nos traerá el próximo año?", pregunta un chaval a su gato. Y el gato sentencia: "365 oportunidades". Ya está todo dicho.
Al llegar las doce, nos asaltarán los recuerdos, las ausencias, las batallas perdidas e, incluso, los abandonos pero las doce campanadas pueden y deben ser doce llaves que abran una nueva puerta hacia la luz, hacia el amanecer que supone el comienzo de cada año y el beso que nos regalan los que amamos.

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