sábado, 1 de diciembre de 2012

En el reino de las sirenas

¿Por qué cuando estás en dique seco todo alrededor parece haberse detenido y no queda nada que pueda sacudir tu ánimo, sacudir tu espíritu adormecido y cuando has decidido iniciar una nueva travesía con un rumbo cuidadosamente calculado te asaltan por doquier retos que desafían la estabilidad de tu derrota?. No son vientos que rolan ni son cambios de ánimo, son asaltos, intrusiones de viajeros que aparecen sorpresivamente ante nosotros y que, con su tozudez o con su ignorancia, nos obligan a replantearnos nuestro destino, sin que eso signifique dejar de navegar. No son tan fuertes como para rasgar nuestras velas o para desarbolarnos pero si como para hacernos, con una aceptable sombra de duda razonable, volver a pensar, si no ya el puerto de partida, sí al menos el de llegada. Ahí estoy yo: con mi proyecto de navegación que ha puesto horizontes a la sucesión absurda de los días y varios cantos de sirena que me proponen aventurarme por aguas sugerentes y atractivas. Y voy a aceptar, voy a intentar llegar a mi destino pero tomando un viento diferente, no tengo por qué perderme en el intento... ¿No logró Ulises salvarse de la catástrofe en el reino de las sirenas?

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