domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Avante toda!

Cada vez estoy más segura de haber acertado embarcándome en esta aventura. Para tomar decisiones, sobre todo si son importantes, es preciso tener perspectiva, no dejar que los árboles te impidan ver el bosque. Hay que ser un ave de vuelo largo y alto. Para ver de verdad la tierra, en toda la extensión de su horizonte, el mar es un lugar perfecto. Desde que me he colocado aquí, desde que me he alejado de esa tierra que nos pone lastre constantemente, que nos pega los pies en el suelo y nos corta las alas todos los días, he sido capaz de ver mejor lo que soy, lo que he sido y lo que quiero ser, he podido darme cuenta de las heridas cerradas en falso en mi vida y he intentado curarlas de verdad, he recogido el valor para seguir caminos, nuevos y viejos, que me llamaban constantemente y he aprendido que cada día hay que pensar que es nuestra oportunidad, que hay mucho que hacer y descubrir, que cada día es diferente como lo es el mar en el que me he refugiado y que lo importante es afrontarlo con valor y con optimismo. La consecuencia es que suele salir el viento más favorable y navegamos con menos problemas que nunca hasta en las costas que inicialmente parecen más difíciles y en las que habríamos naufragado si nuestra actitud fuera más temerosa o más conservadora. Esta experiencia me invita a decir... ¡avante toda!

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